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CUANDO NOS DEJAN

Durante nuestra vida vamos sufriendo diversas pérdidas, algunas insignificantes, otras no tanto. Sin embargo cada una de estas pérdidas nos dan la oportunidad de vivir y crecer como seres humanos. Para poder recorrer cada uno de esos caminos la tanatología ayuda a encontrar ese sentido al proceso de la muerte.

La cultura en la que se nace influye en la manera de pensar y vivir. Quien comparta su vida con un perro, gato o cualquier otro animal de compañía debería tener muy claro que su amigo, morirá antes o después de tiempo. Decir adiós y aceptar que un animal tan maravilloso tiene una expectativa de vida muchas veces menor que la nuestra siempre es difícil. Por ello es bueno saber cómo actuar en ese momento y cómo enfrentarnos a ese trance de la mejor forma posible. El Médico Veterinario Zootecnista (MVZ) relacionado con la clínica de animales de compañía debe tener la sensibilidad para conocer, por medio de las consultas, el vínculo que se crea entre el dueño y su mascota para poder respetar los sentimientos de sus clientes y entender, llegado el momento, la pena que genera en ellos la pérdida de su mascota. Es entonces cuando el MVZ juega una función sumamente importante, ya que su vocación encaminada hacia el cuidado de los animales lleva implícita una empatía, no sólo hacia el posible sufrimiento del animal enfermo, sino también hacia los sentimientos de las personas (BERRUECOS, 2003).

¿Qué es la Tanatología? La muerte no es lo contrario a la vida, la muerte es parte de la vida misma; es un proceso natural y una característica que compartimos con los seres vivientes, e incluso es necesaria para que la vida – no los organismos en particular -, pueda continuar y evolucionar (VANDA, 2003). Pero por más natural que sea la muerte, siempre será difícil y dolorosa, ya que significa una pérdida de continuidad en la existencia de los individuos, ruptura de lazos, interrupción de actividades, relaciones y proyectos. Ante la necesidad de entender y asimilar de una manera más adecuada este proceso, en años recientes surgió la Tanatología, del griego Thanatos= muerte, la cual se puede definir como “la ciencia encargada del cuidado de los pacientes próximos al fallecimiento, así como encontrarle sentido al proceso de la muerte” (BRAVO, 2006). Los objetivos de la Tanatología en Medicina Veterinaria se centran en facilitar toda la gama de cuidados paliativos terminales y ayudar a la familia de la mascota a sobrellevar y elaborar el duelo producido por su muerte.

Pérdida, pena y duelo Nadie desea hablar de las pérdidas, sin embargo no podemos escapar a ellas, apoyar moralmente a nuestros clientes cuando han sufrido la pérdida de su mascota es un proceso difícil, ya que los animales de compañía forman parte de las familias (VARGAS, 2008). Las reacciones de las personas frente a la pérdida de su mascota son variadas. Algunos solo lloran, otros estarán melancólicos algunos días y en casos extremos sentirán que la vida ya no tiene sentido. Cuando un humano se enfrenta a la muerte de su mascota, aparece la llamada “reacción del duelo”, perfilada por la Dra. Elizabeth Kübler-Ross (1994), que se presenta más o menos de esta forma: Fase de negación y asilamiento: la negación de una verdad desconcertante (tal es el caso de la muerte de nuestra mascota) tiene una importante función protectora, es una defensa provisional que más tarde es sustituida por una aceptación parcial. En esta etapa no se logra creer lo ocurrido, uno no escucha ni piensa adecuadamente (DOMINGUEZ, 2009). Fase de protesta o de ira: algunas veces se siente enojo, envidia, amargura y se culpa a terceros por lo ocurrido. En contraste con la fase de negación, esta fase es muy difícil de afrontar para la familia de la mascota y para el MVZ, ya que la ira se desplaza en todas direcciones, por lo regular hacia quienes hayan estado cerca del animal en sus últimos momentos (DOMINGUEZ, 2009). Fase de negociación o pacto: aparecen sentimientos de culpa frente a la creencia de que esta situación no se hubiese presentado de haber actuado o no de determinada forma (DOMINGUEZ, 2009). Fase de depresión: son frecuentes momentos de irritabilidad, fatiga y depresión, que uno asocia con la pérdida de nuestra mascota (DOMINGUEZ, 2009). Fase de aceptación: después de cierto tiempo llega el momento de darse la oportunidad de dejar de sufrir; “Es triste pero debo seguir mi vida” (DOMINGUEZ, 2009).

El duelo complicado Se denomina así al duelo que tras un periodo razonable de tiempo no se ha podido resolver. La tristeza, desesperación, rabia o incluso la culpa nos impiden adaptarnos a nuestra vida habitual (VARGAS, 2008). Algunas situaciones que pueden favorecer la aparición de un duelo complicado son: Si la muerte ha sido inesperada para el propietario. Cuando la muerte es incierta, como cuando una mascota desaparece. Cuando la mascota era la única compañía de la persona.

Parece obvio, pero lo más importante es ser paciente. El duelo es todo un proceso y requiere de tiempo. No hay forma de hacer que suceda más rápido o instantáneamente. No hay pastillas o frases mágica que lo resuelvan, solo hay que esperar, sabiendo que en algún momento terminará. Tengamos en cuenta que también la muerte nos enseña a vivir. Nuestros pacientes tienen derecho no solamente a vivir sino también a morir dignamente. Por eso, quien finalmente “decide” por la eutanasia es el propio paciente, y quien la lleva a cabo es su amigo Médico Veterinario. Morir es una de las pocas cosas importantes que hacemos en la vida. Merece la pena vivir la muerte.

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